LECCION 9 JESUS ES EL VENCEDOR DE LA MUERTE Texto para memorizar: Estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Apocalipsis 1: 18 Desde el principio de la historia, el hombre ha considerado la muerte como un enemigo que no podía ser vencido. Los hombres han intentado evitar la muerte de muchas maneras, pero siempre llega el momento de la muerte y una vez más ésta ha triunfado. En esta lección estudiaremos acerca de Jesús como vencedor de la muerte. Veremos cómo Jesús dejó que le crucificasen los hombres viles. Veremos cómo le enterraron y cómo resucitó de la muerte al tercer día. También aprenderemos lo que puede significar para nosotros su victoria sobre la muerte. JESUS MOSTRO SU PODER SOBRE LA MUERTE DANDO VIDA A ALGUNOS QUE HABÍAN MUERTO En la lección número seis aprendimos que Jesús tiene toda potestad en el cielo y en la tierra. Una de las formas de mostrar este poder era la de dar vida a tres personas que habían muerto. Volvamos a pensar en estos tres casos. En Mateo 9:23-26, (“ Cuando Jesús entró en la casa del oficial, y vio a los flautistas y al gentío en ruidoso desorden, les dijo: "Retírense, porque la niña no ha muerto, sino que está dormida." Y se burlaban de El. Pero cuando habían echado fuera a la gente, El entró y la tomó de la mano; y la niña se levantó. Y esta noticia (fama) se difundió por toda aquella tierra.”) En Lucas 7:11-17, ( Aconteció poco después que Jesús fue a una ciudad llamada Naín; y Sus discípulos iban con El acompañados por una gran multitud. Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella. Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: "No llores." Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: "Joven, a ti te digo: ¡Levántate!" El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha surgido entre nosotros." También decían: "Dios ha visitado a Su pueblo." Este dicho que se decía de El, se divulgó por toda Judea y por toda la región circunvecina.”) En Juan 11: 1-45 (Estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y Le secó los pies con sus cabellos. Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús: "Señor, el que Tú amas está enfermo." Cuando Jesús lo oyó, dijo: "Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella." Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a Sus discípulos: "Vamos de nuevo a Judea." Los discípulos Le dijeron: "Rabí (Maestro), hace poco que los Judíos Te querían apedrear, ¿y vas allá otra vez?" Jesús respondió: "¿No hay doce horas en el día? Si alguien anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. "Pero si alguien anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él." Dijo esto, y después añadió: "Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo." Los discípulos entonces Le dijeron: "Señor, si se ha dormido, se recuperará". Jesús había hablado de la muerte de Lázaro, pero ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño. Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: "Lázaro ha muerto; y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean; pero vamos a donde está él." Tomás, llamado el Dídimo (el Gemelo), dijo entonces a sus condiscípulos: "Vamos nosotros también para morir con El." Llegó, pues, Jesús y halló que ya hacía cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros; y muchos de los Judíos habían venido a la casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano. Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, Lo fue a recibir, pero María se quedó sentada en casa. Y Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. "Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios Te lo concederá." "Tu hermano resucitará," le dijo Jesús. Marta Le contestó: "Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final." Jesús le contestó: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?" Ella Le dijo: "Sí, Señor; yo he creído que Tú eres el Cristo (el Mesías), el Hijo de Dios, o sea, el que viene al mundo." Habiendo dicho esto, Marta se fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: "El Maestro está aquí, y te llama." Tan pronto como ella lo oyó, se levantó rápidamente y fue hacia El. Porque Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta Lo había encontrado. Entonces los Judíos que estaban con ella en la casa consolándola, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí. Al llegar María adonde estaba Jesús, cuando Lo vio, se arrojó a Sus pies, diciendo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto." Y cuando Jesús la vio llorando, y a los Judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció. "¿Dónde lo pusieron?" preguntó Jesús. "Señor, ven y ve," Le dijeron. Jesús lloró. Por eso los Judíos decían: "Miren, cómo lo amaba." Pero algunos de ellos dijeron: "¿No podía Este, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera?" Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella. "Quiten la piedra," dijo Jesús. Marta, hermana del que había muerto, Le dijo: "Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días que murió." Jesús le dijo: "¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?" Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos, y dijo: "Padre, Te doy gracias porque Me has oído. "Yo sabía que siempre Me oyes; pero Lo dije por causa de la multitud que Me rodea, para que crean que Tú Me has enviado." Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: "¡Lázaro, sal fuera!" Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo, y déjenlo ir." Por esto muchos de los Judíos que habían venido a ver a María, y vieron lo que Jesús había hecho, creyeron en El.”) Ciertamente Jesús probó su poder para restaurar la vida a los que estaban muertos. Pero esta no fue la prueba definitiva de su poder. La gran prueba vino después. ¿Podría Jesús mismo morir y vencer la muerte? JESUS PROMETIO QUE VENCERIA A LA MUERTE Jesús sabía que le iban a matar mucho antes de que aconteciera tal cosa. También sabía que resucitaría de la muerte al tercer día. Mateo 16:21; (“Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.”) Mateo 26 32: (”Pero después de que Yo haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea.") Marcos 9:9. (“Cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.”) Jesús contó estas cosas a sus discípulos antes de que ocurrieran. Lo hizo para que cuando cumpliera su promesa y resucitase de la muerte, los discípulos creyeran más firmemente en él. Juan 14:29. ("Y se lo he dicho ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean.”) JESUS MURIO CIERTAMENTE Si vamos a poder apreciar de lleno la victoria de Jesús sobre la muerte, debemos entender que Jesús verdaderamente murió. Ni se desmayó ni fingió la muerte. Vamos a examinar los siguientes hechos. Lea cuidadosamente Lucas 23:32-56: (“También llevaban a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos con El. Cuando llegaron al lugar llamado 'La Calavera,' crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." Y los soldados echaron suertes, repartiéndose entre sí Sus vestidos. El pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se burlaban de El, diciendo: "A otros salvó; que se salve El mismo si Este es el Cristo (el Mesías) de Dios, Su Escogido." Los soldados también se burlaban de Jesús, y se acercaban a El y Le ofrecían vinagre, diciendo: "Si Tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a Ti mismo." Había también una inscripción sobre El, que decía: "ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS." Uno de los malhechores que estaban colgados allí Le lanzaba insultos (blasfemias), diciendo: "¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a Ti mismo y a nosotros!" Pero el otro le contestó, y reprendiéndolo, dijo: "¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? "Nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho." Y añadió: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino." Entonces Jesús le dijo: "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso." Era ya como la hora sexta (mediodía), cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena (3 p.m.), al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos. 6 Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: "Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU." Habiendo dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: "Ciertamente, este hombre era inocente (justo)." Todas las multitudes que se habían reunido para presenciar este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho. Pero todos los conocidos de Jesús y las mujeres que Lo habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas. Había un hombre llamado José, miembro del Concilio (Sanedrín), varón bueno y justo, el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás, que era de Arimatea, ciudad de los Judíos, y que esperaba el reino de Dios. Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y bajándolo, lo envolvió en un lienzo de lino, y lo puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. Y las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea siguieron detrás, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado Su cuerpo. Cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y perfumes. Y en el día de reposo descansaron según el mandamiento. Lucas 24:1-53. (“Pero el primer día de la semana, al rayar el alba, las mujeres vinieron al sepulcro trayendo las especias aromáticas que habían preparado. Encontraron que la piedra había sido removida del sepulcro, y cuando entraron, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, de pronto se pusieron junto a ellas dos varones en vestiduras resplandecientes. Estando ellas aterrorizadas e inclinados sus rostros a tierra, ellos les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? "No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense cómo les habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar." Entonces ellas se acordaron de Sus palabras, y regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once apóstoles y a todos los demás. Eran María Magdalena y Juana y María, la madre de Jacobo (Santiago). También las demás mujeres con ellas decían estas cosas a los apóstoles. A ellos estas palabras les parecieron como disparates, y no las creyeron. Pero Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Inclinándose para mirar adentro, vio sólo las envolturas de lino, y se fue a su casa maravillado de lo que había acontecido. Aquel mismo día dos de los discípulos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a once kilómetros de Jerusalén. Conversaban entre sí acerca de todas estas cosas que habían acontecido. Y mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero sus ojos estaban velados para que no Lo reconocieran. Y El les dijo: "¿Qué discusiones (palabras) son estas que tienen entre ustedes mientras van andando?" Y ellos se detuvieron, con semblante triste. Uno de ellos, llamado Cleofas, Le dijo: "¿Eres Tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días?" "¿Qué cosas?" les preguntó Jesús. Y ellos Le dijeron: "Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo los principales sacerdotes y nuestros gobernantes Lo entregaron a sentencia de muerte y Lo crucificaron. "Pero nosotros esperábamos que El era el que iba a redimir a Israel. Además de todo esto, éste es el tercer día desde que estas cosas acontecieron. "Y también algunas mujeres de entre nosotros nos asombraron; pues cuando fueron de madrugada al sepulcro, y al no hallar Su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto una aparición de ángeles que decían que El vivía. "Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como también las mujeres habían dicho; pero a El no lo vieron." Entonces Jesús les dijo: "¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! "¿No era necesario que el Cristo (el Mesías) padeciera todas estas cosas y entrara en Su gloria?" Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a El en todas las Escrituras. Se acercaron a la aldea adonde iban, y El hizo como que iba más lejos. Y ellos Le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha declinado." Y entró a quedarse con ellos. Al sentarse a la mesa con ellos, Jesús tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y Lo reconocieron; pero El desapareció de la presencia de ellos. Y se dijeron el uno al otro: "¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?" Levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los once apóstoles y a los que estaban con ellos, que decían: "Es verdad que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaban sus experiencias en el camino, y cómo Lo habían reconocido al partir el pan. Mientras ellos relataban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: "Paz a ustedes." Pero ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu. Y El les dijo: "¿Por qué están turbados, y por qué surgen dudas en sus corazones? "Miren Mis manos y Mis pies, que Yo mismo soy; tóquenme y vean, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que Yo tengo." Cuando dijo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos todavía no lo creían a causa de la alegría y porque estaban asombrados, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Ellos Le presentaron parte de un pescado asado, y El lo tomó en las manos y comió delante de ellos. Después Jesús les dijo: "Esto es lo que Yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos." Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: "Así está escrito, que el Cristo (el Mesías) padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. "Ustedes son testigos de estas cosas. "Por tanto, Yo enviaré sobre ustedes la promesa de Mi Padre; pero ustedes, permanezcan en la ciudad hasta que sean investidos con poder de lo alto." Entonces Jesús los condujo fuera de la ciudad, hasta cerca de Betania, y alzando Sus manos, los bendijo. Y aconteció que mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado arriba al cielo. Ellos, después de adorar a Jesús, regresaron a Jerusalén con gran gozo, y estaban siempre en el templo alabando a Dios. 1.Jesús murió en la presencia de mucha gente. No murió en algún lugar desconocido donde no había testigos. Casi todos los habitantes de Jerusalén habían salido para ver la crucifixión. No cabía la menor duda en la mente de esta gente de que Jesús había muerto en la cruz. 2.Había tres grupos presentes que estaban seguros que Jesús había muerto. Primero, los soldados. Estos hombres estaban entrenados para matar. Conocían la muerte y sus manifestaciones. Sabían que Jesús estaba muerto. Uno de los soldados aún hirió el costado de Jesús con su lanza. Cuando hizo esto salió sangre yagua. Esto demostró que Jesús efectivamente estaba muerto. Segundo, los enemigos de Jesús estuvieron allí para asegurarse de que estaba muerto. No habrían dejado que le bajaran de la cruz de no haber estado bien seguros de su muerte. Tercero, los que amaban a Jesús. Ellos, también estaban seguros de su muerte. Si sus manos cariñosas hubiesen sentido la más mínima señal de vida al prepararle para el entierro, no le habrían enterrado. No cabe la menor duda de que Jesús había muerto. JESUS RESUCITO DE LA MUERTE AL TERCER DIA Los enemigos de Jesús hicieron todo lo posible para evitar que resucitase de la muerte. Colocaron una gran piedra a la entrada de la tumba y en la piedra pusieron un sello. Dejaron soldados para guardar la tumba y asegurarse de que nadie robara el cuerpo. Sin embargo, todos sus esfuerzos fueron inútiles. Al tercer día, la tumba estaba vacía. Jesús había resucitado. Después de la resurrección Jesús apareció varias veces a sus discípulos y a muchas otras personas. Hablaron con él. Le tocaron con las manos. Sabían que era Jesús y que estaba vivo. El había vencido la muerte. Ahora estaba vivo para siempre jamás. EL SIGNIFICADO DE LA VICTORIA DE JESUS SOBRE LA MUERTE Hay dos cosas que queremos destacar en esta lección acerca de la resurrección de Jesús. 1.La resurrección prueba que Jesús es el Hijo del Dios Viviente. Leemos esto en Romanos 1:4, "Fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos." 2.Jesús, quien tiene poder sobre la muerte, resucitará a toda gente de la tumba en el último día. Encontraremos más detalles sobre lo que ocurrirá a la hora de la resurrección en lecciones siguientes. Juan 5:28, 29. (“"No se queden asombrados de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán Su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio.”) |
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